Ilustración: «Bosque nuboso» | Alberto Murillo
Obras
1. Bosque adentro I
2. Caminos de piedra para piano, orquesta de cuerdas y percusión (2012)
3. Caminos de agua para violonchelo y percusión (2013)
4. Caminos de la noche para orquesta sinfónica (2011)
5. Ye´ Sulé I para piano (2011)
6. Ye´ Sulé II para ensamble de vientos, piano, arpa y percusión (2011)
7. Bosque adentro II
Músicos
Ensamble Virtual (1, 7)
Orquesta Sinfónica de Heredia (2, 6)
Mauricio Nader – piano (2, 5)
Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica (4)
Cristian Guandique – violonchelo, José María Piedra – percusión (3)
Eddie Mora – director (2, 4, 6)
Reseña
El disco «Bosque adentro» reúne un grupo de obras de cámara, sinfónica y para piano inspiradas en la mitología de la cultura «Bribrí» de la zona sur de Costa Rica, así como en los petrograbados que se localizan en el parque nacional Guayabo.
Ekaterina Chatski – Investigadora UCR
Presentación
Dr. Henning Jensen Pennington
Rector de la Universidad de Costa Rica
Quizá la sustancia común a toda música es la posibilidad de comunicar realidades tangibles a través de realidades intangibles, que lanzan la mente hacia espacios imaginarios donde se enriquecen nuestras perspectivas vitales. La música es un arte capaz de hacer perceptible, dentro de la vida cotidiana, lo inasible de la experiencia humana, que traduce y comunica lo indescifrable, al insinuar que hay otro lugar posible para las formas de ser, de pensar y de sentir; para señalar que existe otro espacio, otra realidad, otra vida y convivencia posibles.
En suma, en la música se expresa un hálito de utopía. En general, el arte ha sido capaz de expresar con sus variados lenguajes, las ideas y emociones que inquietan a las sociedades de cada época, e inspirar a la vez rutas para la innovación. Más allá de su valor estético, las obras y el trabajo artístico, en sus múltiples manifestaciones, son símbolo de la creatividad humana y la renovación socpresentaciònial; a la vez, son formas alternativas de pensamiento y reflexión, actividades de investigación y estrategias para la comunicación social, que indagan lo más incierto de la condición humana, aquello cuya complejidad casi siempre escapa a los instrumentos y formas de registro de las ciencias. La historia de la música nos revela la fuerza con la cual se han expresado las identidades culturales a través suyo, la relevancia de su función social y política, como parte de esa compleja dinámica en la que se enfrentan la tradición y la renovación. La música nos ofrece una experiencia intangible, estética y epistémica, de los más diversos imaginarios culturales. En ella se puede escuchar el diálogo permanente entre el pasado y el presente, entre lo individual y lo colectivo, entre las otredades étnicas, que no impone silencio ni límites para la libertad interpretativa y creativa.
En la actualidad, todo este acervo se vierte sobre la cultura de masas, sin estancarse en ella, abierto a una continua reelaboración. La música es uno de los principales referentes que nos ponen en contacto con otras culturas. Posiblemente, es a través de su rica producción musical que América Latina se ha hecho presente con más fuerza en el imaginario mundial, donde su influencia sobre otras culturas es más profunda. Y es que la composición musical también es ejemplo de la riqueza producto de la hibridación, de esos choques y encuentros maravillosamente humanos, que dan origen a nuevas formas expresivas, a nuevos sistemas de sonidos, melodías y ritmos. Si lo permitimos, podemos encontrar en ella inspiración para una convivencia más armónica y creativa entre las personas, a partir de su diversidad étnica y cultural.
Un ejemplo de estas hibridaciones y fertilizaciones cruzadas, de encuentro de culturas y tradiciones, en un contexto de creativa renovación, es la obra del compositor costarricense Eddie Mora Bosque adentro, cuyos sonidos iniciales y finales, confiados a ocarinas y percusión, insinúan equívocamente una intención programática, la cual pronto se ve corregida. Esta corrección ocurre por vía de la música misma.
Si bien el título de cada composición refiere a una fuente de inspiración extramusical, cada obra se encuentra contenida en sí misma; o sea, no aspira a mimetizarse con esa fuente, sino que se despliega en términos inmanentes. En Ye’ Sulé I y II (Mi originadora, en bibri), para piano solo, la primera, y para piano, vientos, arpa y percusión, la segunda, e interpretada por el pianista Mauricio Nader y la Orquesta Sinfónica de Heredia, la música revoluciona en torno a principios minimalistas que remiten a una abstracción lejana de cualquier forma de música figurativa. Lo mismo ocurre con Caminos de piedra. La realidad extramusical es perceptible, pero el compositor no sucumbe a la inclinación, que hubiera sido natural, de escribir de manera descriptiva. Escrita para piano solista, cuerdas y percusión, y basada en un petrograbado del Parque Nacional Guayabo, se acerca a una recreación de mundos sonoros posibles, en el contexto del mundo natural, social y arquitectónico del sitio arqueológico.
Caminos de la noche, interpretada por la Orquesta Sinfónica Nacional, se inspira en un cuadro homónimo de la pintora Lola Fernández, y escapa con igual éxito de lo representativo. La obra de Mora obtiene unidad gracias a leitmotivs que se esparcen de una manera que sólo en apariencia es azarosa, aquí y allá, pero también debido a un uso austero de la instrumentación y cauto de la dinámica. Los tutti orquestales son intensos y llevan la sonoridad de las cuerdas, reminiscentes de tonalidades bálticas, a grandes niveles de expresión. La grabación es de alta calidad y reproduce la naturaleza de los instrumentos de manera realista. El piano se ve especialmente favorecido, aún cuando al ser percutido provoca sonidos muy incisivos. Las cuerdas tienen un carácter sedoso, pero, cuando la composición lo requiere, irrumpen con fuerza y agudeza.
El entorno sonoro es excelente, reproduce los instrumentos y la orquesta con gran realismo, de forma que el escenario es amplio y envolvente. En fin, una producción llevada a cabo con maestría en la composición y gran esmero en su ejecución y conversión técnica.
Producción
Producción general: Eddie Mora
Textos: Ekaterina Chátski – Henning Jensen Pennington
Producción de Audio: Carlos Chávez | Musitica
Dirección de Arte: Mariana Weintz Aguilar
Ilustración de la portada: «Bosque nuboso» | Alberto Murillo
2014
Lugar de grabación
Teatro Eugene O´Neill (3, 6), Auditorio de Bellas Artes UCR (5), Centro Nacional de la Música (2, 4), Estudio Musitica (1,7)